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Termómetros disparados
Más que una simple molestia, las temperaturas extremas pueden ser un serio problema para la salud, así como para el estado de ánimo. De una simple deshidratación a un golpe de calor, el agravamiento de problemas respiratorios o los daños en la piel, la ola de calor tiene múltiples efectos ante los que conviene defenderse.
Deshidratación
Mantener el nivel de hidratación adecuado es esencial ante una ola de calor, especialmente en el caso de los niños y, más aún, de las personas mayores. «Los ancianos van perdiendo la capacidad para detectar si están o no sedientos», por lo que apenas beben, explica Santiago Cuéllar, del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos. Cuéllar indica que no necesariamente hay que beber agua para hidratarse, sino que se puede ingerir alimentos que la aportan, como frutas, verduras o ensaladas.
Intoxicaciones
Cuidar la alimentación es básico. «Con el calor, tenemos menos apetito y empezamos a comer peor», señala Irene Bretón, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Según indica, se deben hacer «comidas ligeras» y «evitar alimentos ricos en grasas o muy salados». Bretón recalca que el calor favorece el crecimiento de bacterias en los alimentos, por lo que es «imprescindible» extremar la higiene y su conservación para evitar náuseas e intoxicaciones.
Golpes de calor
La gravedad del golpe de calor varía en función de la temperatura, del tiempo de exposición al sol y de los sistemas orgánicos afectados. Cuando el termómetro supera los 40,5º el sistema termorregulador se pone en marcha para disipar el «calor sobrante» del cuerpo. Según María Balboa, médico de familia en el hospital San Juan de Alicante, esto provoca una disfunción del sistema nervioso central que se manifiesta en forma de calambres por falta de agua y sales, agotamiento, colapso circulatorio, daños musculares y pérdida de la conciencia. Las personas con una enfermedad de base, así como ancianos y niños, tienen más riesgo de sufrirlo.
Reacciones alérgicas
Existen cosméticos cuyos componentes favorecen la aparición de alergias al exponerse a la radiación solar. Pero también las comidas fuera de casa, tan comunes en verano, pueden favorecer efectos nocivos. De hecho, siete de cada diez reacciones alérgicas en estos meses se dan fuera del domicilio. A ello se suman las picaduras de insecto, que también aumentan en verano, por lo que la Sociedad Española de Alergología recomienda no vestir con colores llamativos ni usar perfume que los atraigan. Por otro lado, los baños prolongados en la piscina y el cloro acentúan la dermatitis atópica. El agua salada, en cambio, contribuye a su desaparición.
Problemas respiratorios
Con el calor, la sequedad ambiental se reproduce en las vías respiratorias, intensificando los síntomas de los pacientes con problemas de este tipo. Sobre todo en ciudades con alta polución, señala Carmen Diego, coordinadora del Área de Energías Renovables de la Sociedad Española de Neumología y Cirujía Torácica.
Daños en la piel
Se debe evitar la exposición al sol entre las 12.00 y las 16.00, asegura la doctora Yolanda Gilabert, de la Academia Española de Dermatología y Venereología, que insiste en la importancia de usar protección de espectro amplio (contra los rayos UVA y UVB) y con factor 30 o superior. Además, «la piel tiene memoria», insiste: «Si a corto plazo los únicos efectos del sol son el bronceado y las quemaduras, con el tiempo la radiación produce reacciones acumulativas que pueden desembocar en cáncer de piel y envejecimiento prematuro».
Cambios de humor
El calor moderado estimula, pero a partir de ciertos niveles, su impacto es negativo y se extiende a cuerpo y mente, creando un estado negativo generalizado. El calor extremo se vive como una situación estresante, productora de aturdimiento, irritabilidad y confusión. Para hacer frente a esta angustia, el doctor Valentín Martínez-Otero, del Colegio de Psicólogos de Madrid, aconseja estimular la actitud positiva y tratar de relajarse mediante ejercicios de respiración profunda.
Fatiga
Uno de los efectos más evidentes de las altas temperaturas es la sensación de cansancio que se apodera del cuerpo y que está relacionada con los problemas para conciliar el sueño. Según el psicólogo Valentín Martínez-Otero, para combatirlo se debe «echar la siesta, tomar líquidos y evitar actividad física en las horas centrales del día».
Degradación de medicamentos
Sanidad recomienda mantener las medicinas en lugar fresco, ya que «el calor puede alterar su composición y sus efectos». El doctor en Farmacia Santiago Cuéllar insiste en que muchas veces «los armarios interiores no son lugares óptimos» y recuerda que las altas temperaturas influyen «decisivamente» en la degradación de los fármacos.
Alteraciones de sueño en verano
El núcleo supraquiasmático que dirige el reloj biológico se altera a consecuencia del incremento de las horas de luz. La señal de sueño llega antes al cerebro, trastocando su ritmo cotidiano y el calor excesivo hace que el sueño sea superficial y fragmentado. Ancianos, niños y mujeres son más susceptibles de padecer trastornos en el descanso.
La doctora Milagros Merino, coordinadora de la Unidad de Trastornos Psicológicos del Sueño en el hospital La Paz, recomienda mantener la habitación a oscuras durante el día, creando un entorno apacible que no supere los 24º, establecer tiempos regulares de pernocta que corrijan el desequilibrio horario estival, abundante hidratación y uso de ropa amplia y fresca.
Fuente y Credito a www.alertacatastrofes.com
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