Lactancia materna ¿hasta qué edad?

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la lactancia materna es la “forma ideal” de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables, y señala que “prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información y del apoyo de su familia y del sistema de atención de salud”.

 Por tanto, la lactancia de las madres es un auténtico “patrón de oro” de la alimentación infantil y, pediatras y madres, coinciden en ello plenamente. Las desavenencias llegan a la hora de medir cuál es la duración óptima de su ingesta.

 La OMS recomienda lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos complementarios a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia hasta los 2 años o más. Para la experta Mar Alegre, secretaria de la Asociación Valenciana Mammalia, “la decisión última de dar o no el pecho al bebé siempre debe ser de la madre. Vivimos en un entorno que no es favorable a la lactancia materna, porque existe un desconocimiento y una brecha cultural que empieza en los años 60 o 70 y continúa este siglo”.

  La cultura del biberón
“Estamos en una sociedad occidental en que somos hijas de madres que no amamantaron porque empezó a implantarse la cultura del biberón, por lo que la lactancia estaba relegada a pequeños ámbitos”, afirma Alegre, quien lamenta que en los estudios de Medicina “no se instruya sobre la lactancia y que en las consultas, los pediatras muchas veces trasmitan falsos mitos que les llega de la cultura del biberón”.



 El pediatra José María González Cano, autor del libro “Víctimas de la lactancia ¡Ni dogmatismos ni trincheras!”, opina que debe ser “a partir de los cuatro meses de vida cuando se inicie al bebé en la primera papilla de cereales y a los cinco en la de frutas”. Una opinión que también comparte la Sociedad Europea de Gastroenterología y nutrición pediátrica.

 Según esta sociedad, la maduración del sistema neuromuscular hasta los 4 meses permite deglutir líquidos; de los 4 a los 6 deglutirá semisólidos; y posteriormente adquirirá la masticación. Además establece que la alimentación complementaria no se introduzca antes de los 4 meses ni después de los 6.

  Otros lo ven así
González Cano considera que “el destete tardío es una fuente de problemas para los bebés, ya que desarrollan lo que se denomina la ‘fijación por el pezón’ y no toleran adecuadamente papillas de cereales, frutas y verduras”.

Según afirma, la mayoría de los pediatras con experiencia defiende estas tesis y, aunque cree que las recomendaciones de la OMS son “magníficas y han salvado muchas vidas”, opina que “están pensadas para los países del tercer mundo, no para los países más desarrollados”.

 Este especialista, que trabaja en el Hospital General de Castellón (este de España), sostiene que “la leche adaptada actual es de una enorme fiabilidad y no el veneno que algunos pretenden trasladar a la sociedad”, y muestra su “total desacuerdo con las presiones que reciben algunas madres para amamantar cuando no desean hacerlo”.

 “Es intolerable que con grietas en el pezón les insistan en que den de mamar hasta llevar a niños al límite de la desnutrición”, critica, para tachar de “terrible” y de una “enorme injusticia” que se catalogue a algunas mujeres como “malas madres” porque no han querido o podido amamantar.

 En su libro advierte sobre el incremento de estigmas raquíticos y anemias ferropénicas entre niños con lactancia materna prolongada, debido a que la leche humana es pobre en hierro y vitamina B3: “Si no se dan suplementos de estas sustancias, con el paso de los meses el niño desarrolla raquitismo y anemias”.

 También indica que es contraproducente no dar agua al bebé entre tetadas: “Es un error y la consecuencia inmediata es que pueden deshidratarse con facilidad por las características propias de los riñones en los primeros años de vida”.

Fuente y Credito a www.lapatilla.com


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