( todos los fin de semana comparto algo relacionado con el genero del terror )
Pero a pesar de haber andado en incontables ocasiones por numerosas rutas, muchas veces de noche, nunca había atravesado una zona tan vasta y despoblada, ni había visto una noche más oscura y silenciosa que aquella. La línea de la ruta era su única guía, no se veía ni las manos. Avanzaba lentamente, con pasos inseguros. Inútil era levantar la vista hacia el cielo o buscar el horizonte, pues todo era oscuridad.
Era angustioso caminar así, mas no quería detenerse, porque sentía que cierto temor, vago aún, iba a aumentar si dejaba de caminar. Al marchar podía concentrarse en seguir la línea blanca, y de esa forma no pensar; pero su temor igual fue creciendo de a poco. ¿A qué le temía? No lo sabía, ¿Qué podía haber en aquella oscuridad?, ¡nada!, sólo campos solitarios iguales a otros que había atravesado, pero, ¿qué era aquella sensación que sentía cada vez más fuerte? ¿Sería por estar solo? No, él no le temía a la soledad, era otra cosa, sentía que… algo iba a su lado.
Se detuvo y escuchó, todo estaba silencioso. Fue a extender un brazo pero lo contuvo un terror repentino y atroz. “Y si tanteo algo”, pensó, y sintió más terror. Experimentó de pronto el miedo instintivo y profundo a lo desconocido, el verdadero terror, y al borde de la desesperación, de huir gritando hacia cualquier lado, extendió su brazo derecho y lo movió en la oscuridad. Lo hizo porque creyó por un instante que allí no había nada, y que si lo comprobaba su terror iba a disminuir; pero se equivocó, pues de pronto su mano tanteó algo peludo y frío, y una cosa lanzó un grito agudo frente a su cara, y después Rubén sintió que le mordían la cabeza.
¡¡Buena historia y con mucho suspenso!! ¡¡Abrazo!!
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado Leo! es la idea principal de estos articulos je!
EliminarSaludos!!