La confirmación que las puntas de piedra que se emplearon en lanzas, descubiertas en el yacimiento de la Edad de Piedra de Gademotta, en Etiopía, tienen unos 280.000 años, generó asombro e inmediata controversia de los científicos que apuntan a distintas teorías que expliquen cómo existía esta invención unos 85.000 antes que viviera en la Tierra el Homo Sapiens, a quien se atribuye el adelanto.
Puntas de piedra que se emplearon en lanzas, descubiertas en el yacimiento de la Edad de Piedra de Gademotta, en Etiopía, tienen unos 280.000 años. Foto: despiertaalfuturo.blogspot.com
Un equipo del Centro de Investigación de la Evolución Humana de la Universidad de California, establecido las puntas de lanza de 85.000 años de antigüedad fueron hechas con obsidiana de la que existen yacimientos muy cercanos al sitio del descubrimiento. Los fabricantes de las puntas, tuvieron que tallar las formas puntiagudas y los huecos de la lanza, tras lo cual hubo que unir las puntas asegurándolas firmemente en los huecos: todo ello implica una habilidad y conocimientos, que no eran conocidos –al menos eso decía la hipótesis hasta ahora- por los homínidos que vivían cuando se dataron las armas.
Un ancestro del Sapiens, bastante desarrollado Las dos teorías más fuertes ahora en discusión, parte de las bases: la especie humana es mucho más antigua de lo que se afirma; o una especie antecesora del Homo Sapiens, se desarrolló más allá de lo que se cree, y ese conocimiento recién después ha sido asumido como existente. La segunda teoría es la dominante y apunta al Homo heidelbergensis u “Hombre de Heidelberg”, que vivió hace más de medio millón de años, en Europa, Asia y África y es considerado el antecesor director del Sapiens y de los neandertales europeos.
Los científicos abren además otra hipótesis que gana adeptos: la posibilidad que los avances “tecnológicos” no estén necesariamente asociados a cambios anatómicos. Igual que el hombre actual en poco ha cambiado su forma física, pese a un adelanto sideral en los últimos cincuenta años, podría haber existido un grupo que descolló por algún avance que algún individuo creó. Ello también tendría vinculaciones con la cantidad de gente de los grupos de la época, en la idea que las mayores poblaciones tenían más posibilidad de tener alguien descollante en la comunidad.
fuente y credito a aimdigital
Puntas de piedra que se emplearon en lanzas, descubiertas en el yacimiento de la Edad de Piedra de Gademotta, en Etiopía, tienen unos 280.000 años. Foto: despiertaalfuturo.blogspot.com
Un equipo del Centro de Investigación de la Evolución Humana de la Universidad de California, establecido las puntas de lanza de 85.000 años de antigüedad fueron hechas con obsidiana de la que existen yacimientos muy cercanos al sitio del descubrimiento. Los fabricantes de las puntas, tuvieron que tallar las formas puntiagudas y los huecos de la lanza, tras lo cual hubo que unir las puntas asegurándolas firmemente en los huecos: todo ello implica una habilidad y conocimientos, que no eran conocidos –al menos eso decía la hipótesis hasta ahora- por los homínidos que vivían cuando se dataron las armas.
Un ancestro del Sapiens, bastante desarrollado Las dos teorías más fuertes ahora en discusión, parte de las bases: la especie humana es mucho más antigua de lo que se afirma; o una especie antecesora del Homo Sapiens, se desarrolló más allá de lo que se cree, y ese conocimiento recién después ha sido asumido como existente. La segunda teoría es la dominante y apunta al Homo heidelbergensis u “Hombre de Heidelberg”, que vivió hace más de medio millón de años, en Europa, Asia y África y es considerado el antecesor director del Sapiens y de los neandertales europeos.
Los científicos abren además otra hipótesis que gana adeptos: la posibilidad que los avances “tecnológicos” no estén necesariamente asociados a cambios anatómicos. Igual que el hombre actual en poco ha cambiado su forma física, pese a un adelanto sideral en los últimos cincuenta años, podría haber existido un grupo que descolló por algún avance que algún individuo creó. Ello también tendría vinculaciones con la cantidad de gente de los grupos de la época, en la idea que las mayores poblaciones tenían más posibilidad de tener alguien descollante en la comunidad.
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