Dos vigilantes de la Reserva de Fauna de Okapi custodiando colmillos de elefantes confiscados a cazadores furtivos. (Foto: Okapi Conservation Project)
La mayor población forestal de elefantes de la República Democrática del Congo está ubicada en la Reserva de Fauna de Okapi. De forma alarmante, esta población ha disminuido en un 37 por ciento en los últimos cinco años, albergando ya sólo 1.700 elefantes, según las inspecciones hechas por la Wildlife Conservation Society (WCS) (Sociedad para la Conservación de la Fauna y la Flora) y por las autoridades de la República Democrática del Congo. Los científicos de la WCS advierten que, si no disminuye la caza furtiva de elefantes en la República Democrática del Congo, dentro de diez años la especie podría ser prácticamente erradicada del segundo país más extenso de África. La caza furtiva no es fácil de detener, ya que es perpetrada por bandas muy bien organizadas y fuertemente armadas, dispuestas a disparar contra quien intente impedirles su caza. Según la última inspección, 5.100 elefantes ó el 75 por ciento, de la población de esa reserva han sido exterminados en los últimos 15 años. Estas cifras son particularmente impactantes dado que la Reserva de Fauna de Okapi se considera como el área de conservación mejor protegida de la República Democrática del Congo. Según la WCS, la razón principal de la reciente y drástica disminución en la población de elefantes salvajes es la caza furtiva para obtener el marfil de sus colmillos. Los demoledores resultados de esta inspección son un nuevo golpe tras la presentación pública, semanas atrás, de otro sombrío informe, en este caso proveniente de Gabón: Allí 11.000 elefantes fueron masacrados en el Parque Nacional de Minkebe durante un período de diez años.
La WCS continúa dando la alarma de que la desenfrenada caza ilegal está diezmando las poblaciones de elefantes en toda África, y también aboga para que aumenten los esfuerzos encaminados a proteger a estos animales antes de que desaparezcan sus poblaciones en muchas áreas.A principios de la década de 1990, antes de la guerra civil que asoló al país entre 1996 y 2003, la República Democrática del Congo era un lugar relativamente tranquilo. En una inspección efectuada por la WCS durante 1995-1997 en la Reserva de Fauna de Okapi (declarada como patrimonio de la humanidad por la UNESCO), se reveló que había aproximadamente 6.800 elefantes en un área de casi 14.000 kilómetros cuadrados (8.682 millas cuadradas). Después de la guerra civil, la WCS llevó a cabo una segunda inspección, durante 2005-2007, encontrando que la población de elefantes había sufrido fuertes pérdidas debido a la caza furtiva, habiendo disminuido en un 60 por ciento, hasta aproximadamente 2.700 elefantes. A pesar de este descenso dramático, durante la guerra civil a la Reserva de Fauna de Okapi le fue mucho mejor que a otras áreas protegidas. Por ejemplo, en el Parque Nacional de Salonga, una amplia zona que en su día albergó la más grande población de elefantes en la República Democrática del Congo, la WCS encontró que los elefantes habían sido diezmados hasta dejar su población reducida a menos de un millar de individuos. Así, en 2007, la Reserva de Fauna de Okapi pasó a ser el lugar con la mayor población de elefantes salvajes de la República Democrática del Congo. Durante la guerra, los guardabosques no pudieron proteger gran parte de la Reserva de Fauna de Okapi, pero fueron capaces de documentar la muerte de elefantes y la caza furtiva de marfil. Desde el final de la guerra civil, hace cinco años, los guardabosques han reducido las muertes de elefantes de las aproximadamente 400 anuales a "sólo" 170 cada año. A pesar de este éxito, los esfuerzos de los guardabosques son insuficientes ante el dramático incremento de la caza furtiva vinculada al negocio ilegal del marfil, una actividad delictiva a la que se suman cada vez más cárteles bien organizados, y muy armados. Desde que se realizó la última inspección, la inseguridad en la Reserva de Fauna de Okapi es cada vez peor. Los rebeldes lanzaron un ataque mortal contra la sede del parque en junio de 2012, asesinando a guardabosques y a habitantes de la zona, y destruyendo edificios administrativos y equipamientos diversos del parque. La inseguridad continúa por toda la zona, con muchos pueblos atacados, decenas de personas muertas, y 30.000 desplazados.
fuente y credito a noticiasdelaciencia
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