Hay que respirar bien para sentirte bien


La respiración ocurre de manera constante y automática, por lo que muchas veces pasa desapercibida. Lo que a veces olvidamos es que la respiración es clave en las emociones y puede estar bajo nuestro control


Si te imaginas a una persona en un ataque de pánico, una de las cosas que primero viene a tu mente es en un aumento abrupto del ritmo respiratorio y una sensación de ahogo o falta de aire. Esto se llama hiperventilación y ocurre por un ritmo muy acelerado en el uso de los músculos del pecho. Ahora, imagínate un estado de tranquilidad absoluta; un ritmo respiratorio lento pero constante puede ser la imagen que se te venga a la cabeza. Resulta que las emociones alteran en el cuerpo la forma en que varía el ritmo de la respiración. La buena noticia, es que la respiración se puede modificar a tu voluntad y esto influye sobre las emociones. Aprende a estar más en contacto con tus emociones y actuar de manera más consciente y de acuerdo las circunstancias, cambiando tu respiración. Para lograr una respiración correcta es importante establecer un ritmo por etapa, hay tres etapas, la inhalación (1), la contención (2) y la exhalación (3). Toma una posición cómoda y haz consciencia de las tres etapas. Posteriormente, establece un ritmo, haciendo un conteo hasta cuatro o cinco segundos en cada etapa. Hasta este punto ya tienes el ritmo; ahora es crucial que te permitas hacer respiración diafragmática.
El diafragma es el músculo situado bajo los pulmones y permite liberar la tensión acumulada en el pecho el abdomen y el estómago, además de favorecer el balance oxígeno-dióxido de carbono de la respiración; esta es la forma en que respiran los bebés, por ejemplo. Normalmente respiramos con el pecho dificultando la respiración plena; para respirar con el diafragma, pon una palma de tu mano sobre el pecho y la otra sobre el vientre, respira con el ritmo que estableciste y observa qué mano sube o baja. Estarás haciendo respiración diafragmática cuando la mano que sube y baje sea la del vientre y no la que está sobre el pecho. Haz esto durante un minuto o más y nota qué cambios sientes en tu cuerpo. Probablemente te tranquilices y te sientas más en control de tu cuerpo y sus reacciones. La próxima vez que te enfrentes a situaciones difíciles o emociones fuertes puedes realizar este ejercicio para ser más consciente de tus experiencias emocionales y poder tomar decisiones de una manera serena. Es importante que hagas este ejercicio respirando por la naríz. Si te gustaría profundizar en este tipo de experiencias, puedes practicar Hatha Yoga, Tai Chi y otras tradiciones de meditación, o consultar con tu médico o psicólogo de cabecera.

fuente y credito a  revistafucsia

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