En bastante normal sentirte en determinadas épocas del año más cansada de lo normal sin que exista un motivo aparente para ello. Una situación estresante o que requiera un esfuerzo físico extra, la vuelta al trabajo tras un periodo de vacaciones o simplemente el decaimiento que afecta a muchas personas con los cambios de estación. mujerdeelite.com Sea cual sea tu caso, y siempre que se trate de algo leve y pasajero, una adecuada alimentación puede ayudarte en gran medida. Una dieta equilibrada y un menú que comience cada día con un buen desayuno es fundamental, pero además tienes algunos alimentos, aún no demasiado conocidos y consumidos, cuyas propiedades los convierten en excelentes aliados de salud y bienestar. Son los alimentos probióticos, aquellos que incluyen en su composición microorganismos vivos (bacterias), que actúan de manera sumamente beneficiosa en nuestro organismo.
Refuerzan el sistema inmunológico, aumentando el poder de las propias defensas para combatir agentes externos patógenos (virus, otras bacterias, gérmenes…).
Ayudan al correcto desarrollo del proceso de la digestión manteniendo, además, en perfecto estado la flora intestinal.
Son alimentos ricos en vitaminas y minerales por lo que tienen un efecto tonificante y reequilibrante.
Los microorganismos más comunes presentes en los alimentos y productos probióticos son los lactobacilos (especialmente en la leche y sus derivados) y las bifidobacterias. Pueden formar parte del alimento de manera espontánea (natural) o ser el resultado de un proceso de transformación (artificial), es decir, pueden añadirse a una sustancia para obtener así un alimento probiótico. No se trata de hacer una dieta a base de estos productos renunciando a otros, sino de incorporarlos a nuestros hábitos alimenticios especialmente en esas épocas en las que el cansancio y el “bajón” se hace evidente, como es el caso de la temida astenia otoñal. También es buena idea aumentar su consumo en determinados momentos, por ejemplo, en aquellos meses de cambios bruscos de temperaturas, para fortalecer las defensas y estar prevenidos ante algunas de las enfermedades más comunes del otoño-invierno como los constipados y las gripes.
Entre los alimentos que puedes elegir destacan los lácteos. Leche, yogures y quesos probióticos (a los que se les ha añadido lactobacillus) son fáciles de encontrar en ecotiendas e incluso en secciones especializadas de numerosos supermercados. Si los eliges, deberás prestar especial atención a la etiqueta explicativa de la composición del producto, para estar segura que son probióticos “de verdad”. El kéfir es otro excelente alimento de estas características. Procede de la fermentación de la leche de cabra y son múltiples sus propiedades beneficiosas (puedes elaborarlo en casa tú misma). La col fermentada (Chucrut), sola o combinada con otras verduras, es una magnífica fuente de vitaminas A, B, C y E y de microorganismos capaces de multiplicar el poder de tus defensas. El Tofu y el Tempeh son dos de los alimentos probióticos cuyo consumo más ha aumentado en los últimos años. Proceden de la fermentación de la soja y se presentan en una especie de masa compacta que puede cocinarse de mil formas (parece carne). Son pura proteínay su alto contenido en vitamina B12 los convierte en fuente de salud. Si quieres, también tienes suplementos probióticos, perfectos para completar tu alimentación consiguiendo que subas el ánimo a las pocas semanas. Es muy recomendable combinarlos con algún compuesto que además incorpore jalea real. Tienes muchos productos que incluyen en su composición ambos elementos y son una inyección de vitalidad en casos de fatiga y decaimiento. La jalea, ese maravilloso elixir que generan las propias abejas para alimentar a su reina y a sus larvas, es un líquido rico en aminoácidos, vitaminas (especialmente del grupo B) y ácido fólico. Tiene un importante poder para reparar los tejidos celulares, estimular el sistema inmunológico y aportar energía extra en los momentos bajos.
fuente, lapatilla
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