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El caracol gigante africano es una amenaza para Colombia, y está exigiendo a las autoridades implementar acciones para su detección y control, al igual que en otros países sudamericanos como Argentina, Ecuador y Venezuela.
En las ciudades colombianas de Armenia y Bucaramanga, las autoridades ambientales controlaron los últimos avistamientos de este animal, según lo reportaron las Corporaciones Autónomas de Quindío y de Santander el 26 de junio y el 10 de mayo de 2014 respectivamente.
Este molusco de nombre científico Achatina fulica, es una especie terrestre nativa del este de África (Kenia y Tanzania). Es una de las más destructivas en áreas tropicales y subtropicales, perjudicando cultivos comerciales y huertas domésticas. Puede sobrevivir en todos los climas. Por esto es catalogado una de las cien especies invasoras más dañinas del mundo, de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN, según el compendio publicado en la revista “Aliens” en diciembre del 2000.
Papayas, anones, cítricos, mangos, guayabas, plátanos, yuca, aguacate y algodón, son algunos de los cultivos perjudicados en el país, además de las guanábanas, cactus, sábila, tubérculos, calabaza, maíz, ahuyama, sorgo, coco y hasta plantas aromáticas, de acuerdo a un estudio liderado por Edgar Linares y Fernando Fernández, profesores de la Universidad Nacional de Colombia “UN”, publicado en agosto de 2013. En Colombia se reportaron casos en 26 departamentos y 112 municipios. Se presenta con más intensidad en la región sur, Pacifico, y llanos orientales según el informe de la UN.
Además del impacto que puede tener en sistemas agrícolas comerciales y en los ecosistemas naturales, el caracol gigante africano, también puede actuar como transmisor de parásitos de importancia médica humana y veterinaria, causantes de casos clínicos de meningoencefalitis y angiostrongilosis abdominal, que pueden llevar a la muerte, reportó el Instituto Colombiano Agropecuario “ICA” en su página oficial. La introducción del molusco en el continente americano se inició por Hawái en 1939, luego pasó a California y a inicios de la década del 70 en Florida ya había sido erradicado.
En Sudamérica existen antecedentes de su presencia en Argentina, Ecuador, Colombia, Venezuela, Paraguay y está ampliamente distribuido en al menos 23 estados de Brasil, relata el Servicio Nacional de Sanidad de Argentina “SENASA”, en su portal. Los investigadores Linares y Fernández afirmaron que, “es una plaga polífaga que se alimenta de prácticamente todo: material vivo (plantas, líquenes y hongos), materia orgánica en descomposición (plantas, animales y basura), heces, derivados de plantas (papel y cartón) y paredes estucadas”. “El verano los obliga a camuflarse entre la vegetación, escombros, vasijas, solares abandonados y en las habitaciones de las casas, pero vuelven a reaparecer cuando regresa el invierno”, agregaron en su informe.
El SENASA destacó que actualmente el método de control más efectivo es el manual. Consiste básicamente en la recolección individual de los ejemplares y sus huevos, para lograr su posterior destrucción. Recomiendan a su vez la utilización de sal común para matar al molusco. Para recolectar los caracoles africanos advierten que se deben utilizar guantes impermeables, para evitar el contacto directo con su baba. Luego, se procede a colocar los ejemplares capturados en bolsas conteniendo sal común. Solo una vez producida la muerte de los moluscos por efecto de la deshidratación que ocasiona la salmuera, estos pueden ser enterrados.
“La invitación es para que no continúen transportando al caracol gigante africano, para que no crean que la baba rejuvenece”. Destacaron además la importancia de comunicar la presencia de este gastrópodo a las autoridades para su control.
fuente y credito a www.alertacatastrofes.com
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