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Suponer la acción de un ser vivo
Suponer una razón
Viviendo en grupos, es necesario comprender a los demás, entender y aceptar sus creencias y pensamientos, sobre todo cuando consideramos que son incorrectos porque, debido a una falta de información, no entendemos qué los motiva. Tendemos a suponer que detrás de cualquier acción de cualquier individuo hay algún motivo que debemos procesar y entender.
Cuando tiene lugar un suceso —por ejemplo, cuando cae una piedra— el instinto nos lleva a pensar que alguien lo ha causado. Pero si no vemos a nadie es natural suponer que la acción podría ser obra de un ser invisible, señala Kelly. ¿Qué haría este ser si estuviera a nuestro lado? Pues quizá intentar descubrir nuestros secretos para saber si somos buenas personas, sostiene el psicólogo.
Otro ejemplo: la erupción de un volcán. Sin conocimientos geológicos, el instinto nos sugiere que este fenómeno es obra de un ser superpoderoso que quiere castigar a los humanos por sus acciones. Nuestros ancestros habrían sido capaces de analizar los eventos que no entendían y relacionarlos a estas creencias, sostiene Kelly.
Andar sobre las aguas
Las excepciones, los casos que no encajan con nuestras ideas, se recuerdan y ayudan a no olvidar la regla. "Posiblemente, las anomalías que suponen un reto para nuestra intuición llaman nuestra atención, lo que ayuda a implantar una idea en nuestra memoria", sostiene Kerry. "Muchas historias religiosas contienen conceptos […] como un hombre que anda sobre las aguas o una zarza en llamas que habla. Estas historias usan esta peculiaridad de nuestra memoria para difundirse y evitar ser olvidadas", escribe. "Si estas ideas son correctas la religión no es más que un 'producto derivado' del cerebro que procesa un error", concluye el autor.
fuente y credito a actualidad.rt.com
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