Una reducción drástica en el nivel del agua de algunos embalses puede aumentar la emisión desde ellos de metano. (Foto: Amazings / NCYT / MMA)
Un nuevo estudio es el primero, o uno de los primeros, que realmente demuestra y cuantifica la relación existente entre reducciones drásticas en el nivel del agua de embalses y la emisión desde ellos de metano, un gas con un potente efecto invernadero.
Bridget Deemer, de la Universidad del Estado de Washington, campus de Vancouver (no confundir esta localidad estadounidense con la ciudad canadiense también llamada Vancouver), midió los gases disueltos en una columna de agua del lago Lacamas, en el condado de Clark, del sur de Nevada, y encontró que cuando bajaba el nivel del agua las emisiones de metano aumentaban hasta superar en 20 veces las habituales. Maria Glavin, de la misma universidad, recolectó muestras de las burbujas emitidas por el barro del lago y sus mediciones indicaron un aumento de 36 veces en las emisiones de metano durante una reducción drástica en el nivel del agua.
Se calcula que el metano es 25 veces más eficaz que el dióxido de carbono como gas de efecto invernadero, es decir con la capacidad de retener calor y mantenerlo en la atmósfera. Aunque las presas, lagos y similares cubren sólo una pequeña porción de la superficie terrestre, albergan sin embargo un nivel de actividad biológica que puede producir grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Tan sólo en Estados Unidos hay unas 80.000 presas.
"Las represas han sido consideradas hasta ahora como fuente de energía verde", comenta Deemer. "Pero su papel en las emisiones de gases de efecto invernadero ha sido pasado por alto".
La cuestión es polémica porque los embalses son de gran utilidad en infinidad de lugares del mundo, y no hay alternativas fáciles a su existencia.
La labor de Deemer y Glavin es parte de un trabajo más amplio, encaminado a conocer mejor el papel que los lagos, embalses y similares tienen en el problema de las emisiones de gases con efecto invernadero.
Esta investigación podría promover la aplicación de estrategias más contundentes para afrontar la reducción del nivel de embalses, lagos y similares, tal como señala John Harrison, de la Universidad del Estado de Washington. De todos modos, muchas veces los niveles de los embalses dependen de necesidades imperiosas de la población y de circunstancias climáticas inamovibles, por lo que el margen de maniobra no es muy grande.
fuente, noticiasdelaciencia
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