Los ovnis, ¿son intra o extraterrestres?

La ciencia y la tecnología están dando ciertos saltos increíbles desde hace algunas décadas. Algunos dicen que es todo gracias a la ciencia extraterrestre. A la prueba está que cuantos más avistamientos de ovnis hay, más avanza la tecnología. Pero otros opinan de una manera diferente.


Ovnis: ¿intra o extraterrestres?. Foto: Visión Ovni


Esta es la opinión de estas personas que tienen ideas diferentes. Solo esto: no queremos parecer ofensivos al escribir esta nota, solo decimos lo que hemos estudiado. ¿Desde cuándo hay avistamientos? Según Heinrich von Däniken, autor del libro “El mensaje de los dioses”, esos avistamientos no son nada nuevo. Aunque este hombre teorizó muchas cosas y presentó sus interpretaciones personales a todo poniéndolo casi como un hecho y luego basado en esas suposiciones llegó a muchas conclusiones que ahora entendemos que no fueron así. Por ejemplo en Xalpa, las cabezas de la época de los olmecas fueron catalogadas por el susodicho de androides extraterrestres; los antropólogos modernos ahora dicen que son representaciones de cabezas, caras, de africanos, de quienes está comprobado que regularmente venían a América antes de Colón. En realidad muchos de los postulados de los que creen en que descendemos de extraterrestres o que somos un experimento de ellos salieron de su pluma. Pero esos avistamientos de naves voladoras datan de hace milenios. O por lo menos eso es lo que dicen los anales. De todos modos en la India ya habían naves voladoras desde hace 3.000 años, eso está registrado, y hay quienes aseguran que hay datos más antiguos todavía. Hay varios modelos, pero de eso hablaremos más adelante, si nuestros lectores lo piden en los comentarios. Es decir que no tenemos por qué no creer que los avistamientos de esos tiempos eran reales, no simples mitos y patrañas de una clase sacerdotal poderosa para tener al pueblo dominado.

El siglo XX

Si bien los avistamientos antiguos dan mucho de qué hablar, vamos a centrarnos en los más recientes. Estos empezaron con cierta fuerza en la década de los ’30 del siglo pasado. Henry Coanda en 1932, el tiempo en que la aeronáutica moderna estaba tomando forma, hizo un descubrimiento extraordinario. Básicamente lo que se hace es absorber el aire y hacerlo entrar por la parte superior de un objeto en forma de platillo y despedirlo hacia abajo haciendo que este levite. Es el mismo principio que el sistema para hacer elevarse un avión, pero en vez de ser un par de alas oblongas era una nave en forma de platillo. Es lo que se llama el “Efecto Coanda”, el principio elemental del vuelo de estas naves en forma de platillo. Uno de sus colaboradores, Radu Manicatide lo vio llegar hasta el techo y levitar; eso se repitió muchas veces al realizar esas operaciones. Es una idea excelente, muy sencilla, pero si a nadie se el ocurre, nunca va a salir a la luz. En 1939 sucedió algo que impulsó mucho la aeronáutica: la 2° Guerra Mundial. Se necesitaban desesperadamente poderosas naves voladoras de guerra, y estos platillos volantes podían ser la solución. La oportunidad estaba servida para la idea de Coanda. Werner von Braun era el jefe de tecnología nazi, y dirigía todo lo que sea desarrollo de armamento innovador desde su base en Penemünde. Se desarrollaron ahí muchos artefactos nuevos, la industria aeronáutica tuvo una explosión nunca vista. Claro, hay muchos diseños que luego se abandonaron por ser demasiado complicados, el precio era prohibitivo, otros fueron un neto fracaso, pero de todos modos muchos de estos dejaron los principios para inventos futuros, los vuelos al espacio son un ejemplo.



Y muchos otros quedaron en la nada porque al Alemania perder la guerra se destruyeron los planos y los técnicos (sí… los asesinaron por saber mucho); uno de estos fue la llamada “bomba endotérmica”, de la que hay pocas o ninguna pista. Solo se sabe que luego de ser arrojada desde un avión congelaba todo a su alrededor en un radio de unos mil metros. Era un arma muy apreciada porque no emitía radiactividad. Pero como dijimos, fue destruida. Si bien cuando Estados Unidos entró a la segunda Guerra Mundial los aviones alemanes no eran rival para las naves norteamericanas, en realidad el diseño actual de los aviones de guerra norteamericanos delata una marcada influencia del modo de trabajo alemán, habían muchos prototipos y planos que les dieron muchas pistas a los soviéticos y los norteamericanos sobre cosas totalmente nuevas sobre aviación militar e indirectamente civil, al punto de que los aviones ultramodernos que hoy vemos desarrollar a la industria aeronáutica militar en realidad siguen las bases de los descubrimientos realizados por los alemanes de esa época. Un detalle: la tecnología de los alemanes de esos tiempos merece muchos capítulos aparte, materia por materia, ahora nos centraremos en las naves voladoras, los platillos voladores propiamente dicho. Y sobre la ciencia y cómo muchos intereses creados la frenan, lo mismo. Si le interesa, estimado lector, en los comentarios, pregunte.

Si sabemos, vamos a contestarle. Y digámoslo de una buena vez: esos adelantos a pasos agigantados, los platos voladores incluidos son inventos de los nazis. Ni por asomo admiramos sus actitudes, pero no ignoramos los adelantos que propiciaron. Hitler decía “que Dios me perdone por los últimos cinco minutos de la guerra”. Es que tenía armas de destrucción masiva en ciernes, y estaba decidido a usarlas. Una era al bomba atómica, invento “entregado” a los norteamericanos por ciertos científicos alemanes. El Führer sabía que esos platillos volantes iban a ser decisivos. Tanta fe les tenía que dijo que no hacía falta mejorar los aviones de guerra. Era un embustero consumado y un gran bravucón, pero cuando hablaba del arma secreta no fanfarroneaba. Él ilusamente pensaba invadir Estados Unidos y Rusia sin tomar en cuenta la superficie y población de esos países, confiando más de la cuenta en esos avances tecnológicos. Pero… que esas naves eran poderosas, sí, lo eran. Llegaron a crear y descartar por diferentes razones hasta quince modelos diferentes. Pero cuando las avanzadas de los aliados tomaron esas fábricas los mismos técnicos volaron y quemaron todos los prototipos. Los aliados lo sabían, y estaban desesperados por conseguir esa tecnología, aún sabiendo que los alemanes estaban destruyendo los planos.

De todos modos sí prendieron a los técnicos y los llevaron a trabajar en sus filas, el caso más conocido es el del susodicho Werner von Braun, a quien se le blanqueó el pasado; según algunos en una época fue un Mengele cualquiera, solo que luego lo confesó y se disculpó… bueno, eso dicen… La seguidilla de avistamientos Los primeros avistamientos fueron en 1933. Pero luego los testigos de desdijeron diciendo que solo se trataba de un chiste o cosas por el estilo. Ahora bien, luego de la guerra el piloto Kennet Arnold en el estado de Washington vio un grupo de objetos voladores que se desplazaba a velocidades asombrosas, las comparó a platillos que saltan en el agua, él fue el primero que usó esa comparación, por eso ahora se los llama “platillos voladores” o “platillos volantes”, o “platos”. Desde ese momento se dispararon las noticias, y los avistamientos. A muchos les preocupaba el hecho de que podía tratarse se naves espías de los soviéticos, cosa no poco creíble, justo en el tiempo en que la guerra fría estaba tomando forma. Los viejos aliados ahora eran enemigos, estaban librando una guerra, solo que sin enfrentamientos armados. Los alemanes habían hecho avances increíbles, al punto de que a muchos ni la ciencia actual los iguala, y ahora los vencedores estaban tratando a toda costa de agenciarse esos adelantos. Los norteamericanos crearon programas para llevarse a los técnicos y científicos alemanes, dos de esos operativos se llamaron “Overcustom” e “Hiperclip”. A la Gestapo se la repartieron como una majada, y los agentes pasaron a ser parte de la KGB, la CIA y el FBI. A la prueba está que para reprimir a los grupos disidentes usaban las mismas técnicas que la Gestapo.

Volviendo a la aeronáutica, los logros no fueron pocos, habían capturado a Werner von Braun y a muchos técnicos alemanes, y ahora estaban muy alegres jugando con esos chiches nuevos, pero la alegría duró poco, con el avistamiento de Arnold significaba que no era suficiente, que los soviéticos habían tomado la delantera en tecnología aeronáutica, iban ganando ese partido. Andreas Epp, un técnico alemán que se había pasado para el lado soviético y con muchas ganas trabajó en eso, estaba encantado de que se reconocieran sus capacidades, cuando luego de la guerra simplemente lo habían tirado después de usarlo mientras lo necesitaron. Epp se encargó ahora de hacer de este platillo una nave versátil y manejable, y vaya si lo logró. Si era cosa de la Urss (es cierto, lo era), es obvio que se podía usar en las regiones polares; el polo norte era la vía más corta hacia los Estados Unidos. La mayoría de los avistamientos era al noroeste de Estados Unidos, y justamente ahí estaba la planta Boeing de Seattle, donde se fabricaba la mayoría de los bombarderos norteamericanos, y además cerca de ahí estaba la planta nuclear Hamford, donde se producía el plutonio para las bombas nucleares. Es obvio que la Urss iba a tener interés en eso, pero ni en chiste iba a enviar un avión de guerra o uno espía cuyo diseño los delatara, o se podía armar un lío del que ni hablar sería lindo; entonces la salida ahí estaba, unas naves originales, algo desconocido para casi todo el mundo, hasta para muchos militares norteamericanos. Pero de todos modos eso indicaba algo que por nada iban a reconocer los Estados Unidos:

El enemigo los estaba espiando y los espiados tenían las manos atadas, no podían hacer nada para evitarlo. O, como diríamos los criollos, los rusos “estaban peloteando” a los norteamericanos. Por eso se les ocurrió una idea a los norteamericanos: Por un lado negar o subestimar esos avistamientos. Por el otro, poner a alguien reconocido como autoridad en el tema que dijera que esas naves eran tripuladas por seres de otras galaxias o por lo menos de otros planetas. John Stamford, director de la Fuerza Aérea estadounidense estaba encargado de negar todos esos avistamientos; y si los había, no era nada que amenazara a los Estados Unidos y y sus intereses. Se eligieron las palabras para dejar todo en el área hipotética, como que tal vez había algo, pero no era una posible amenaza. Simultáneamente Donald Keyhoe, comandante retirado de la Fuerza Aérea y autor del libro “Los platillos voladores son reales” salió a decir que algunos eran de origen interplanetario, tal vez. A partir de ese momento todo avistamiento iba a ser muy probablemente una nave extraterrestre; en caso de duda, había que investigar. Y si alguien daba con la verdad… ¿serían los soviéticos tan ingenuos para contestar: “Sí, somos nosotros los que estamos espiando sus instalaciones militares”?. De todos modos, el que dijera haber visto a un ovni (Objeto volador no identificado) no iba a ser tomado en serio.

Una idea sencilla, pero desgraciadamente muy efectiva y conveniente para ambos bandos. Se quejaban de que Hitler manipulaba al pueblo a base de propaganda, datos alterados y embustes bien claros. Ahora ellos estaban haciendo exactamente lo mismo. Ese plan fue puesto en escena en julio de 1952. De esa manera, mientras el estado ganaba tiempo tratando de producir mejores naves espaciales, y su propio platillo volador, el pueblo iba a estar entretenido mirando para otro lado. Es decir que mientras en las bases militares se hacían esas naves, al costado de ellos, el pueblo miraba para arriba. Algunos se creyeron esa historia; otros quisieron creerlo. Los modelos más frecuentes, aunque hay más, cada uno merece un capítulo aparte, son: Bellonzo, Haunebu, Vrill y Die Glocke (La Campana). Esta última aparentemente es la que dio lugar al incidente de de Kecksburg. Y… los únicos que aparecieron fueron los de la Fuerza Aérea, los extraterrestres no se hicieron cargo de eso, nunca vinieron a reclamar nada… También habían avistamientos en los años ’70 y ’80 de ovnis triangulares… y vaya coincidencia, el modelo F 117 es triangular, y salió a la luz poco después de esos avistamientos… Volviendo a finales de los ’40, Hollywood, ni hablar, sacó su buena tajada. Hizo incontables películas, empezando por “El Plato Volante” en 1949. Eso fue solo para empezar. Hoy tenemos una lista interminable de películas que dan por sentada la vida extraterrestre y que han sido grandes éxitos.

 La prensa tampoco se quedó quieta, cada poco estaba publicando notas al respecto, incluyendo a revistas y diarios importantes, como la revista Life. Esta publicó una serie de artículos entrevistando a presuntas autoridades sin decir sus nombres y estos decían sus opiniones sobre el tema. Estas “autoridades” más o menos categóricamente decían que estas naves no podían surgir de tecnología terrestre, que nuestra ciencia no era tan poderosa, que debían ser de otros planetas o tal vez fenómenos atmosféricos mal identificados. Hasta un video de una autopsia a un extraterrestre apareció. Cabe acotar que en el año 2006 los principales autores de esta autopsia, Ray Santilli y John Humphrey declararon ante la televisión británica que todo había sido una broma (de mal gusto, aclaremos) y para demostrarlo explicaron cómo lo hicieron: el escultor Humphrey hizo el cuerpo, lo rellenaron con órganos de oveja y pollo, usaron jugo de frambuesa para simular la sangre, y luego se deshicieron de los restos de este “extraterrestre” tirando a la basura sus restos en diferentes contenedores de basura de la ciudad. Pero algunos siguen echando para adelante con ese argumento. Junto con eso hubo quien puso en el tapete al candidato más obvio: Marte. Más adelante vamos a explicar sobre si Marte u otros planetas son candidatos a albergar vida y/o deres inteligentes a los que les pueda interesar vivir en este mundo. Y como de propina, hasta religiones basadas en eso surgieron, usando mediums espiritistas y gurúes yoga. Hasta ahora siguen en pie y algunas cobrando fuerza. Fieles a su estilo, los norteamericanos al igual que los demás aliados trataban de convencer al pueblo de que el enemigo no era tan temible y que tenían una mentalidad “cuadrada”.

A los alemanes los llamaban desde finales del siglo XIX “square head (cabeza cuadrada)” o “squarehead (cabezacuadrada)”, era un sobrenombre despectivo hacia los inmigrantes alemanes o escandinavos y ahora lo llevaron a la guerra. Es decir que veían líneas alemanas y decían “líneas de cabezas cuadradas”. Pero la realidad era diferente. Los “cabeza cuadrada” tenían una tecnología que en algunos aspectos deja chica hasta ahora a la ciencia ficción y la tecnología actual. De hecho los aliados se apuraron a ganar la guerra a como diera lugar porque sabían que si no lo hacían les esperaba una derrota a base de otra dimensión en armamento y tecnología. Pero en 1957 Andreas Epp apareció en Alemania oriental, a dos pasos de los norteamericanos que estaban buscando retrucarle al imperio soviético con sus propios platos voladores. Entonces de repente se apersonó del lado occidental y les dijo sin más: “Hola. Acá estoy. He sido espía de los soviéticos y quiero contarles lo que sé”. Epp estaba pasando por problemas personales, aparentemente un divorcio o alguna pelea grande con algún superior. Sin pensarlo dos veces los norteamericanos lo prendieron y lo interrogaron al respecto. Empezó desde la prisión a dibujar los croquis de lo que sabía hacer y empezó a contar todo sobre los platos voladores, la fabricación, fines, para qué los habían utilizado, y qué planes había para el futuro. Ya con el alma mater de los platos voladores de la URSS ahora de su lado la versión estadounidense arrancó fuertísimo.

Ahora todas las empresas contratistas que trabajaban para el ejército estaban abocadas primero (y a veces exclusivamente) en platos voladores. Una de ellas era la empresa Lockheed, fabricantes de naves de todo tipo para el ejército norteamericano. Estas naves tenían un motor central apuntando para abajo, así que despegaban verticalmente, el ya mencionado efecto Coanda, cuando alcanzaban la altura deseada se estabilizaban y entonces avanzaban. Volaban a grandes velocidades y a gran altura, mucho más que los aviones a chorro que hoy conocemos. Se les pidió a las empresas fabricantes muchas cosas y no dejaron a los contratantes con las ganas. Un detalle es que muchos ovnis de juguete japoneses de hoy siguen el mismo principio. Pero la CIA y la Fuerza Aérea estaban siempre en una guerra fría interna y trataban a toda costa de dominar eso. Llegaron al punto de hacer esos trabajos de forma tan secreta que estos ante el estado no existían. De paso, ese era el estilo de trabajo de los equipos técnicos alemanes durante la guerra. Como vemos en las películas los agentes de la CIA se reunían en los lugares menos pensados (edificios a medio construir abandonados, por ejemplo) con los diseñadores de esas naves, que encima de ser tan efectivas eran prácticamente invisibles al radar por ser formas redondas.

 Para ser breves, cuando la onda del radar choca con una superficie plana devuelve el efecto y desde la base más o menos saben qué es lo que va en vuelo. Pero una nave redonda solo devuelve una señal que confunde al receptor de esta. Esa nave ahora era más versátil y mejor de lo que ellos esperaban. Pero el secreto más estricto seguía estando, habían varios grupos que no sabían de la existencia uno del otro; por ejemplo, aparte de los implicados nadie sabía nada del Grupo de Proyectos Especiales, encargado de estos modelos de naves en forma de plato. Es estresante, es difícil vivir sin poder hablar con casi nadie y tener que andar escondiéndose por acá y por allá. Muchos desertaron, otros no soportaron eso y hablaron; de ahí salen los datos que ahora publicamos. De todos modos hubo un incidente que delató que habían grandes avances en la tecnología de la aviación: un piloto norteamericano, Francis Gary Powers fue derribado en territorio soviético piloteando un avión U-2 espía dotado con una tecnología hasta entonces desconocida. Eso desató una serie de revelaciones que hicieron notar que cualquier cosa _no necesariamente malo_ se podía esperar de la tecnología y la ciencia.

 Lo “imposible” ahora era digno de aparecer en un libro de cuentos o un diccionario de palabras arcaicas, esa palabra pasaba a ser obsoleta para la ciencia. Un detalle es que cuando alguien ve un ovni y lo filma o fotografía aparecen los misteriosos “hombres de negro” a decirle con tono de matón de teleserie, intimidante, amenazante, y sin armar un escándalo, que no hable de eso; hasta una vez fue un “robot” con forma humana y le dijo a su interlocutor “se me están agotando las baterías” y se fue… un actor, es bien obvio. Siempre o casi siempre andan en un Cadillac negro cuya patente no aparece registrada en ningún municipio. Ahora bien, a veces vienen directamente oficiales de la Fuerza Aérea con su uniforme reglamentario a decirle que no hable de eso con NADIE… Los comentarios están de más… Pero de todos modos habían muchos proyectos, diseños y planes, que eran extra-secretos. Si un periodista o quien sea preguntaba al respecto le contestaban una de dos cosas obvias: “No le podemos decir” o “¡No, nada que ver! ¡es todo producto de la imaginación popular!”. Es que los norteamericanos al igual que los soviéticos, no iban a ser tan ingenuos como para andar por ahí contando sus proyectos secretos; es decir que si se les preguntaba “¿Así que los platillos voladores no son extraterrestres, son ustedes?”, o “¿Entonces los rusos tienen sus naves voladoras a un nivel mucho más avanzado que nosotros?”. Ellos no iban a contestar “¡Sí! ¿Cómo se dio cuenta?”. Los extraterrestres eran el chivo expiatorio ideal, el estado norteamericano se cubría por un lado, y por el otro daba una apariencia poderosa.

Y para la Urss de todos modos quedaba muy vulgar andar curioseando en la casa de los vecinos, o que estaban vigilando como si fuera un enemigo a ese aliado que les había ayudado a ganar la guerra. Ellos no decían ni una palabra al respecto, cuando mucho que no habían visto nada. Sin querer Estados Unidos les dio la tal idea… Sobre la vida extraterrestre Ahora bien, hay un interrogante: ¿Hay vida en otros planetas? ¿Les puede convenir a estos extraterrestres venir a colonizar la Tierra? Recordemos ciertos detalles: la estrella más cercana a nuestro planeta es Próxima Centauri. Está a 40.000 años luz de nuestro planeta, casi 400 billones de kilómetros (4.000.000.000.000) Estos extraterrestres, supongamos que vinieran desde allá tendrían que hacer un sacrificio descomunal solo para llegar hasta acá. Algunos han salvado ese obstáculo diciendo que los extraterrestres tienen la máquina del tiempo, parten hacia la Tierra, se congelan a manera de criogenética y de esa manera al arribar a destino con esa máquina recuperan el tiempo perdido volviendo al pasado; para volver a su planeta repiten el proceso a la inversa. Pero hay un problema: si hubiera máquina del tiempo, alguien desde el futuro vendría a visitarnos. Ahora bien, hay ciertos relatos como el de un tal John Titor, que vino del año 2036, hizo unas cuantas predicciones que sí se cumplieron, pero hizo algunas, como que en el año 2004 Estados Unidos iba a tener una guerra civil, pero ni cerca de cumplirse estuvieron. Tampoco predijo nada del atentado de las Torres Gemelas. Tiempo después apareció un novelista alemán, Johan Meier, que dijo que un tal John Adams había encontrado el manuscrito original de una novela que este germano escribió titulada “T1 Thor: Cronogea y los 4 Engranes del Tiempo”, lo leyó, le gustó y montó toda esa patraña.

Por otro lado, la velocidad de esas naves de otros planetas debería ser por mucho superior a la de la luz. Si chocara esa nave contra un objeto del tamaño de un adoquín se pulverizaría y los tripulantes ni se enterarían de lo que les pasó. Y hay muchos objetos flotantes y en movimiento en ese trayecto de 400 billones de kilómetros. Por otro lado, la cantidad de combustible que necesitarían sería enorme. Para el sistema económico de esos extraterrestres -porque aunque sea otro planeta, de existir, estos tienen que tener su economía- no sería negocio venir hasta acá. Además -esto es un detalle, no es una prueba contundente- tenemos la atmósfera. A esa velocidad esas naves si no vienen en el ángulo justo se pulverizarían al llegar a la atmósfera, o rebotarían y seguirían de largo, los extraterrestres tendrían un gran trabajo para solo entrar. Por otro lado, consideremos ciertos detalles de los planetas de este sistema solar: los dos planetas apenas habitables por el terrícola son Marte y Venus. Bien, Venus tiene una atmósfera tan densa que estar en la superficie de este sería como estar a 1.000 metros de profundidad en el mar. Por otro lado, el calor haría que en los polos la temperatura fuera tan alta que las instalaciones serían muy caras para simplemente ir ahí. Marte es el otro, pero tiene unas temperaturas muy bajas. En el ecuador serían unos -80°. Habría que tener una calefacción muy poderosa. Y ni hablar de su gravedad: es solo 1/3 de la de la Tierra. Es decir que si vinieran desde Marte sería casi imposible para ellos mantenerse en pie. Es como si a un soldado de 75 kilos tuviera encima una mochila de 150 kilos… solo una minoría muy selecta apenas podría solo andar, caminar. Un habitante de ese planeta no sería rival para ningún humano. Por otro lado, la atmósfera terrestre les sería muy densa. Vivir acá supondría algo muy incómodo para ellos. Con los venusinos vendría a ser al revés. Estamos hablando de los seres de este sistema solar. Por otro lado, para albergar vida como la nuestra, en esta galaxia estamos en un sitio muy exclusivo. En otros lugares las condiciones serían muy duras, por no decir imposibles. Lo que vemos en las películas de ciencia ficción sobre el espacio, por ejemplo tripulantes de una nave espacial que caminan normalmente en el viaje dentro de ese aparato, planetas habitables por todos lados, exoplanetas habitables a cada paso, naves que pasan en un rato de una galaxia a la otra… bueno… es 100 por ciento irreal…

Esta nota es simplista, no pretende ser un artículo científico ni mucho menos. Tratar el tema a más profundidad implica ponerse a hablar de política (bueno, ya lo hemos hecho, solo que muy superficialmente y sin ponernos de ningún bando) y/o religión, y ahora eso no es nuestra meta. Pero sí trata de develar del misterio a los platos voladores, por lo menos una parte de eso. Hay incontables temas que han dado lugar a las más fantásticas elucubraciones, pero cuando se aclararon de todos modos algunos siguieron insistiendo en que los nuevos descubrimientos están errados, que la gente de antes tenía razón. Si será así que todavía hay gente que insiste que la Tierra es plana y que el sol gira alrededor de la Tierra. Sigue habiendo culto a los acorazados y personas que insisten en el origen extraterrestre de las pirámides de Egipto a pesar de que hay explicaciones bien claras de cómo fue que se hicieron, nada que no fuera típico del ingenio humano y de principios que hasta ahora siguen los ingenieros y/o mecánicos. Y el asunto del Triángulo de las Bermudas ya fue explicado, pero todavía hay quienes insisten en ahondar ese misterio. Más de cien países condenarán en la ONU prohibición de sobrevuelo en Europa “Si se hubiera tratado del avión presidencial de Barack Obama, probablemente el Secretario General de las Naciones Unidas, hubiera hecho algunas gestiones”, afirmó el embajador de Bolivia ante la ONU, Sacha Llorenti, que afirmó que más de 100 países se unirán para condenar el ataque al avión de Evo Morales, impedido de aterrizar o de sobrevolar a Italia, Francia, España y Portugal. Escrito por: Tsuyoshi Sonoyama

fuente y credito a aimdigital

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