¿Primer paso para una erupción volcánica apocalíptica dentro de millones de años?


Este mapa muestra la superficie de la Tierra superpuesta sobre una representación de lo que un nuevo estudio de la Universidad de Utah indica que ocurre a unos 2.900 kilómetros de profundidad en la frontera entre el manto rocoso y el núcleo externo líquido. (Imagen: Michael S. Thorne, Universidad de Utah)


Un análisis reciente de ondas sísmicas que bombardearon el núcleo de la Tierra revela, en opinión de un sismólogo de la Universidad de Utah y sus colegas, las raíces iniciales de una erupción volcánica con una magnitud descomunal. Lo que puede haber detectado el equipo del sismólogo Michael Thorne, profesor de geología y geofísica en la Universidad de Utah, Estados Unidos, es el comienzo del proceso que conduce a un episodio colosal de vulcanismo, de un tipo jamás vivido por la civilización humana pero sí acreditado para épocas pasadas en el registro geológico; el testimonio que las piedras ofrecen sobre esos cataclismos volcánicos del pasado describe un fenómeno con una magnitud tal que, de llegar a ocurrir en nuestros días, afectaría de un modo u otro a toda la humanidad, provocando situaciones comparables a las de un Invierno Nuclear. Afortunadamente, la amenaza queda lejos en el futuro. Aún cuando el mecanismo detectado sea, tal como parece, ese que causó los episodios colosales de vulcanismo en épocas pasadas, sus "preparativos" requieren mucho tiempo, hasta el punto de que este próximo episodio hipotético no se desencadenaría hasta dentro de entre 100 y 200 millones de años. El nuevo estudio indica que dos o más masas rocosas del tamaño de continentes están colisionando a medida que se mueven en la parte inferior del manto de la Tierra, justo por encima del núcleo, más denso que el manto, a unos 2.900 kilómetros (1.800 millas) por debajo del Océano Pacífico.
Eso está creando una zona, de tamaño similar al de Florida, de roca parcialmente fundida, que puede ser la semilla de una de dos clases de erupciones colosales en un futuro lejano. La primera clase corresponde a las erupciones de supervolcanes como las tres que se desencadenaron en la caldera de Yellowstone en Wyoming, hace 2 millones de años, 1,3 millones, y 640.000 años, y que cubrieron buena parte de Norteamérica con una capa de ceniza de muchos centímetros de grosor. Se calcula que dichas erupciones fueron 2.500, 280 y 1.000 veces mayores, respectivamente, que la erupción del Monte Santa Helena en 1980. A modo de comparación, tengamos en cuenta que la erupción del Tambora en Indonesia en 1815 fue "sólo" 10 veces más potente que la de Krakatoa, y "sólo" un centenar de veces más potente que las grandes erupciones en tiempos modernos de volcanes como el Vesubio o el Monte Santa Helena. Aún así, provocó la muerte de más de 100.000 personas sólo en Indonesia, y lanzó a la atmósfera una columna de ceniza de alrededor de 70 kilómetros de altura. El impacto en el clima global fue tan notable que en muchos sitios a 1816 se le llamó el "año sin verano". La segunda clase de erupción volcánica colosal corresponde a las erupciones con vertido de inmensas cantidades de lava, capaces de cubrir enormes superficies a su alrededor, creando las estructuras geológicas extensas conocidas como "provincias ígneas", de entre las cuales un buen ejemplo lo constituyen los traps de la meseta de Decán, en la India, creados hace unos 65 millones de años. (El término "traps" deriva de la palabra sueca "trapp", que significa escalón.). Una catástrofe de esta clase sepultó una superficie del tamaño de Alaska hace entre 125 millones y 199 millones de años, y se cree que pudo provocar una pérdida de oxígeno en los océanos y una extinción masiva de vida marina. De hecho, muchas erupciones volcánicas de una envergadura tan enorme como las de esos dos tipos, podrían estar asociadas a extinciones. Desde principios de la década de 1990, los científicos han conocido la existencia de dos masas rocosas del tamaño de continentes ubicadas por encima del núcleo de la Tierra y por debajo de la mayoría de los puntos calientes volcánicos de la Tierra (puntos que sin estar necesariamente cerca de fronteras entre placas continentales tienen mayor actividad volcánica que sus alrededores). Una se encuentra bajo gran parte del Pacífico Sur, y se extiende hasta los 20 grados de latitud norte, y la otra está bajo África. Usando el método que hasta el momento es el que ofrece la resolución más alta para crear imágenes sísmicas de la frontera entre el núcleo y el manto, Thorne y sus colegas han encontrado evidencias de que la masa rocosa bajo el Pacífico parece ser el resultado de una colisión en curso entre dos o más masas rocosas. El lugar donde se están fusionando es una gota gigante y esponjosa de roca parcialmente fundida del tamaño de Florida, Wisconsin o Misuri, bajo el punto caliente volcánico de Samoa. El fondo marino por encima de dicho punto caliente subterráneo es una de las zonas geológicamente más cambiantes del mundo. Hace ocho años, se descubrió allí un volcán submarino nuevo, con 300 metros de altura, y que aún no existía cuatro años antesAl nuevo volcán se le dio el nombre de Nafauna por la feroz diosa samoana de la guerra. Las simulaciones por ordenador realizadas en el nuevo estudio muestran que cuando estas masas rocosas se fusionan, pueden desencadenar los primeros pasos del proceso que desemboca en una erupción colosal, más probablemente del tipo de esas de Yellowstone. En la investigación también han trabajado Allen McNamara y Edward Garnero de la Universidad Estatal de Arizona, así como Gunnar Jahnke y Heiner Igel de la Universidad de Múnich en Alemania.

fuente y credito a noticiasdelaciencia

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