El origen del hombre americano

El 2 de febrero de 1985 un equipo de antropólogos descubrió en un rancho o establecimiento rural a 60 kilómetros de San Luis de Potosí, México, los restos fósiles de hombre americano más antiguos conocidos hasta ahora, que fueron datados 31 000 años antes de la actualidad.


La tierra no es el hombre, el hombre es la tierra.


San Luis de Potosí está entre los sitios de desarrollo más temprano de poblaciones humanas en México, además de El Cedral, Tlapacoya y Caulapán, Puebla, hacia el 20 000 antes de Cristo. Entonces esa área tenía un clima mucho más frío y húmedo que ahora, con extensos bosques y praderas habitadas por mamíferos grandes, hoy extintos. Los grupos humanos eran nómadas dedicados a la caza y a la recolección de frutos, para lo que usaban herramientas de piedra tallada con que trabajaban la madera y pescaban Al final del periodo de cambios climáticos rápidos la distribución de la flora y la fauna se hizo similar a la actual. La recolección de frutos fue esencial y la caza menor su complemento, como la pesca y la recolección marina. Aquellos hombres aprendieron a pulir la piedra para fabricar herramientas más resistentes, como hachas y otras destinadas a la molienda de granos y al trabajo de metales. Las poblaciones se agruparon en cinco culturales principales: las tierras áridas y semiáridas, la selva tropical, los Altos de Chiapas y Guatemala, las costas, y las cuencas lacustres del centro de México. Los primeros americanos Los primeros americanos formaron pequeñas bandas de cazadores que llegaron de Asia en oleadas sucesivas a través del Estrecho de Bering, en el transcurso de 40 mil años. Su avance paulatino se debió a que siguieron a los animales que habían entrado a territorio americano antes que ellos.
Durante el periodo comprendido entre el 30 mil al 14 mil a.C., la población humana estaba compuesta por grupos nómadas que dependían de la recolección de distintos productos vegetales y animales, con poca dependencia de la cacería. Durante este periodo se puede observar la presencia de instrumental lítico de grandes dimensiones, realizado sobre lascas. Estos artefactos fueron por lo general de manufactura muy burda, elaborados con la técnica de percusión directa o indirecta y usando como materia prima la disponible localmente. Respecto de la economía de estos grupos no había especialización alguna, se utilizaba todo lo aprovechable dependiendo de regiones y las estaciones. Las localidades conocidas hasta el momento que quedan dentro de este horizonte en México son: Laguna de Chapala, Baja California Norte; El Cedral, San Luis Potosí; Chapala-Zocoalco, Jalisco; Tlapacoya, Estado de México; Caulapan, Puebla; Loltún, Yucatán, y Teopisca-Aguacatenango, Chiapas. Los investigadores suponen que el estrecho de Bering fue la ruta por la cual las primeras poblaciones Homo Sapiens se aventuraron a América, debido al desequilibrio de recursos en su hogar original asiático, aunque contaban con tecnología y organización social aptas para la supervivencia. Lograron en consecuencia extenderse por un amplio territorio. La llegada del hombre al continente que mucho después de llamaría América coincidió con la retirada de los hielos de la última glaciación y con la extinción de muchas especies de grandes mamíferos, entre ellos los mastodontes, perezosos y tigres diente de sable en zonas pobladas también por llamas, camellos, tapires, caballos, yaks, antílopes, bisontes, mamuts y grandes aves no voladoras. En Tlapacoya, cerca de la ciudad de México, aparecieron restos de huesos de animales, artefactos de piedra y restos de hogares, que datan del 20 mil a.C. De fecha posterior, alrededor del 10 mil a.C., son los que se encontraron en la presa de Valsequillo, en Puebla. Los primeros indicios de emigrantes que llegaron a México datan del 21 mil a.C. en Tlapacoya, cerca de la ciudad de México. Allí el hombre encontró una amplia variedad de especies botánicas a su disposición y pudo gozar de una dieta más variada. En este sitio se encontraron restos de viviendas junto con los huesos de animales lo que indica que en tales lugares se consumieron. En la Presa de Valsequillo, al sur de la ciudad de Puebla, se exhumaron artefactos asociados a fósiles pleistocénicos. Entre los hallazgos destaca un hueso pélvico de elefante prehistórico sobre cuya superficie se hicieron burdas incisiones que sugieren la existencia de animales como bisontes y tapires.Los hallazgos más importantes comprendidos en el periodo de 14 mil al 9 mil a.C. son los de la Laguna de Chapala, los demás son hallazgos aislados. Resumido de un trabajo de Noé Hernández Peña

fuente, aimdigital

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