Los misterios del Stonehenge


Stonehenge, los misterios de las piedras todavía sin develar.


Hay muchos sitios con antiquísimos asentamientos y construcciones en piedra en la campiña inglesa, pero ninguno rivaliza con Stonehenge. El lugar sigue impresionando a todos los que se desvían hacia Salisbury, la capital, a la izquierda de la autopista M-4, que une a Londres con la ciudad de Bristol, cuando descubren sobre un altozano el enigmático círculo de gigantescas piedras de hasta 35 toneladas de peso. El conjunto, incluido un foso que rodea el lugar, tiene 104 metros de diámetro. Los enormes megalitos, por su parte, forman un círculo de 30 metros de diámetro donde todavía se aprecian los gigantescos pórticos coronados por dinteles de piedra. Al igual que otros detalles del lugar, la colocación a esa altura de estos pesados dinteles todavía sigue intrigando a los estudiosos, y lo es más aún cuando se sabe que estas piedras areniscas fueron transportadas desde el sur del País de Gales, a varios cientos de kilómetros de distancia. A diferencia de las pirámides de Egipto, el propósito de construir Stonehenge hace alrededor de cinco mil años, no está nada claro y cada vez que se descubre algún detalle nuevo lo que hace es agregar nuevas incógnitas al misterio. Las dataciones realizadas cuidadosamente por los arqueólogos indican que los primeros indicios del monumento megalítico se remontan aparentemente al 3100 antes de nuestra era (a.n.e.) y las teorías se inclinan cada vez más a que se trata de las ruinas de un sitio con varios propósitos, entre otros, los de carácter ritual, pero también para la observación astronómica. No se sabe nada de los pueblos que levantaron este monumento, pero hay acuerdo en que debieron estar emparentados con los que levantaron en Carnac, en la costa bretona de Francia, larguísimas hileras con dos mil 934 menhires (enormes piedras verticales) también destinados a un ignoto propósito. Otros lugares conocidos por sus megalitos, aunque no tan grandiosos como Stonehenge y Carnac, se encuentra diseminados por otras regiones, sobre todo de Europa occidental.
En el sitio arqueológico de Wiltshire hay algo que no se presta a discusión y es el hecho de que desde el centro del monumento de puede observar en la punta de la llamada Piedra Talón la salida del sol en el solsticio de verano cada 21 de junio, lo cual reúne a cientos de curiosos en el lugar. Esa piedra, situada fuera del círculo de piedras, tiene 6,10 metros de altura y se le calcula un peso superior a las 35 toneladas. El único propósito que se le atribuye hasta ahora es el de indicar al momento exacto de la salida del sol todos los 21 de junio, cuando se le observa desde el centro del monumento. Ahora bien, esto no responde a la interrogante: ¿Por qué tenían que trasladar enormes piedras desde 300 kilómetros de distancia para esto, y precisamente a este lugar de la geografía inglesa? Pero, además, otra gran interrogante: la construcción de este monumento se extendió por muchos siglos e incluso milenios. ¿Respondía esto a un proyecto único desde el principio de la noche de los tiempos? Según los últimos datos, en la zona de Stonehenge se han encontrado vestigios de que existió una aldea de por lo menos un millar de aposentos construidos en madera, pero que no eran usados permanentemente, sino sólo en tiempos de ceremonias. También hay evidencias de una construcción en piedra que los investigadores llaman La Avenida, de 23 metros de ancho y tres kilómetros de largo, que llegaba hasta las riberas del río Avon, y se especula que tenía fines ceremoniales. ¿Pero qué tipo de ceremonias tenían lugar allí? ¿Subían o bajaban por La Avenida los peregrinos que allí acudían? ¿Qué ritos se realizaban y quiénes los escenificaban? ¿Alguna suerte de antiquísimos druidas? Esta última hipótesis parece ahora desmentida por la antigüedad que se le calcula al prehistórico templo, muy anterior a la existencia de los celtas, pueblo que se instaló en toda las regiones del oeste europeo milenios después. Probablemente, y esto es solo especulación, Stonehenge era un punto de concentración en ocasiones especiales, como el solsticio de verano del hemisferio norte, y tal vez otros acontecimientos astronómicos relacionados con el Astro Rey y con la Luna, necesarios para determinar el comienzo y fin de las estaciones y, por tanto, del inicio de las siembras y de las cosechas. Esta es la teoría más aceptada actualmente, en ausencia de una mejor explicación. O tal vez estamos analizando la cuestión desde una óptica actual, en que la astrofísica, la religión, la sociología y la agricultura son campos del conocimiento con fronteras bien definidas. Tal vez Stonehenge era todo eso a la vez: observatorio astronómico, lugar de oración, sitio funerario, calendario agrícola y resumen del conjunto de creencias y conocimientos de los pueblos de la época. Pero el lugar ya no será usado para modernos aquelarres, como ocurrió años atrás, pues los arqueólogos y autoridades han aplicado nuevas regulaciones que impiden la entrada de visitantes al recinto, y sólo lo puede apreciar desde un sendero exterior para proteger su integridad, en espera de que nuevas teorías e investigaciones arrojen más luz sobre esta gran incógnita. Por Julio Hernández, para Prensa Latina

fuente, aimdigital

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