¿Cómo prevenir riesgos cardíacos?

Estudio científico destaca que por cada 4 puntos de aumento en el índice de masa corporal, el riesgo de enfermedad cardíaca incrementa en un 26%.


Experto en cardiología resalta que la obesidad es un factor de riesgo de enfermedades cardíacas y se puede prevenir con una alimentación balanceada y actividad física regular.


La epidemia de la obesidad es un problema global que está incrementando la carga de distintas enfermedades no transmisibles (ENT), entre ellas las enfermedades cardíacas, y América Latina no se escapa de esta tendencia. Según un estudio publicado en la revista Plos One en su edición de agosto de 2012, se calcula que para el año 2030 más del 50% de los hombres y más del 60% de las mujeres de América Latina serán obesos. Asimismo indican que al haber un aumento en los índices de obesidad también incrementará la incidencia de ENTs en la región.


De acuerdo con los autores del estudio, reducir los niveles del índice de masa corporal (IMC) en las personas tiene un efecto dramático en la incidencia acumulada de ENTs. Por ejemplo, encontraron que al disminuir el IMC en un 5% se pueden evitar hasta más de 1 000 casos de personas con enfermedades cardíacas para una población de 100 000 habitantes. De hecho, otra investigación publicada en la edición de mayo de esta misma revista indica que está comprobado científicamente que hay una relación directa entre el aumento del IMC y el riesgo de padecer alguna enfermedad cardíaca. Según los autores del estudio, por cada 4 puntos de aumento en el IMC, el riesgo de enfermedad cardíaca isquémica (cuando el corazón se daña por falta de oxígeno) aumenta en un 26%. El desequilibrio calórico, una de las causas de la obesidad De acuerdo con Edgar Hernández, cardiólogo del Hospital Roosevelt de Guatemala, “existe una variedad de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer enfermedades cardíacas, entre ellos los biológicos (edad y genética) y aquellos que están relacionados con hábitos de vida que sí se pueden modificar, como una dieta desbalanceada y el sedentarismo, dos de las principales causas de la obesidad”.
“En palabras sencillas, una persona llega a ser obesa cuando el consumo energético total, que se compone por todas las calorías que se ingieren a partir de los alimentos, es mayor al que gasta diariamente mediante las funciones básicas vitales y la actividad física”, señala el doctor Hernández. Analizar los hábitos alimenticios y la actividad física que se realiza es primordial para alcanzar un estilo de vida activo y saludable. La meta es buscar un balance entre la ingesta y el gasto calórico, indica el experto. Agrega que para determinar si una persona tiene sobrepeso u obesidad, el indicador más adecuado es el IMC, el cual mide la relación entre el peso y la talla en los adultos. Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Según la Organización Mundial de la Salud: • Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso. • Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad. Mejore su alimentación y manténgase activo Según la Organización Mundial de la Salud un 80% de los infartos prematuros se pueden prevenir al mantener una dieta balanceada, actividad física regular y al abandonar el consumo de tabaco. “Debemos comprender que una alimentación equilibrada debe incluir suficientes cantidades de cereales, leguminosas, frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, aceites y grasas. Lo importante es recordar que ningún exceso es bueno y que no hay alimentos buenos o malos, solo dietas mal balanceadas”, menciona el doctor Hernández. El experto añade que es importante recordar que el consumo excesivo de ciertos alimentos en la dieta, como los carbohidratos (pan, tortillas, pasta) y las grasas (alimentos fritos, mantequilla, papas fritas) propicia la ganancia de peso, por lo que es importante moderar la ingesta de estos alimentos. También es fundamental mantener una adecuada hidratación porque favorece el transporte de nutrientes y su utilización. Además, permite regular la temperatura del cuerpo, elimina toxinas y desperdicios metabólicos del organismo. Un porcentaje importante de la hidratación diaria se repone mediante el consumo de líquidos como agua, jugos, leche, gaseosas, café, té, chocolate, entre otros. El otro porcentaje proviene de los alimentos sólidos, tales como las frutas y vegetales. Un adulto sano, no deportista, y sin condiciones especiales (clima, enfermedades) debe consumir entre 9 y 13 vasos/tazas (de ocho onzas) de líquido al día. El experto añade que la actividad física regular, además de mantener la salud en general, tiene un efecto benéfico sobre la presión arterial, el metabolismo del azúcar y el de las grasas. Lo mínimo recomendable es realizar actividad física de moderada intensidad (caminar a paso rápido, trotar, andar en bicicleta, bailar) durante 30 minutos por lo menos 5 veces a la semana. Por último, el doctor Hernández menciona que la educación juega un papel vital, porque las causas que llevan a las personas a ser obesas y a tener enfermedades relacionadas con la obesidad son totalmente prevenibles. “Es necesario que todos comprendan que una alimentación balanceada y la práctica constante de actividad física brinda múltiples beneficios a la salud” concluye el experto.

fuente, lapatilla

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